La epicondilitis medial o «codo de golfista» es principalmente una lesión por sobrecarga de la estructura tendinosa del codo, la cual se inserta en el epicóndilo medio del húmero y que con el tiempo puede derivar en una tendinopatía (Lee 2010). La degeneración del tendón flexor radial del carpo y pronador redondo ( Donaldson et al., 2013) ocurre con la extensión-flexión forzada y repetitiva de la muñeca, así como la supinación y pronación del antebrazo durante actividades físicas, (Schickendantz 2017) lo que podría producir una ruptura estructural así como una fibrosis y calcificación irreparable.
Incidencia
La epicondilopatía medial tiene una incidencia más baja que la epicondilopatía lateral (codo de tenista) y constituye entre el 9 y el 20% de todos los diagnósticos de epicondilopatía (Ciccotti 2006). Birrer (2004) demostró que la llamada epicondilitis media es el resultado de un microdesgarro en del tendón no resuelto, debido a esto, actualmente se prefieren términos como tendinopatía o epicondilalgia media en lugar de tendinitis (Schipper et al 2011).
Diagnóstico
El diagnóstico de esta patología se establece principalmente por la localización del dolor en la zona media del codo y la hipersensibilidad en la palpación del epicóndilo medio. También es común el uso de técnicas diagnósticas ortopédicas, cuyo objetivo es concretar la localización del dolor y que consisten en flexión isométrica resistida, flexión repetitiva y pronación de la muñeca provocando un aumento del dolor en el epicóndilo medio.
Tratamiento
El tratamiento no invasivo es la base del tratamiento de la epicondilitis medial (Reece and Susmarski 2021) y se divide en 3 fases (Ciccotti et al., 2004);
1. Fase 1; consiste en el cese de actividades o ejercicios agravantes en combinación con modalidades de alivio del dolor como el uso de frío o AINE.
2. Fase 2; consiste en una fase de rehabilitación guiada con ejercicios de fuerza.
3. Fase 3; se enfoca en la modificación de actividades agravantes y su vuelta a la normalidad.
Otras intervenciones
Las inyecciones de corticosteroides demostraron ser útiles a corto plazo (hasta 6 semanas después de la intervención), pero no a largo plazo (3 y 12 meses después de la inyección).
La proloterapia, el plasma rico en plaquetas (PRP), la sangre autóloga y las inyecciones de toxina botulínica también pueden ser beneficiosas en el tratamiento de la epicondilitis. Sin embargo, la mayoría de los estudios se centran en el tratamiento de la epicondilitis lateral por lo que se necesitan más estudios para determinar la eficacia de estas intervenciones en la epicondilitis media.
La nitroglicerina o el trinitrato de glicerilo han mostrado algún beneficio a corto plazo, pero los resultados generales para el tratamiento de la tendinopatía han sido mixtos según el sitio de aplicación.
Otras modalidades complementarias, incluída la terapia de ondas de choque extracorpóreas, masajes, estimulación eléctrica transcutánea, iontoforesis, fonoforesis y ultrasonografía, pueden ofrecer beneficios pero son limitados.
Por lo general, no se requiere cirugía. Sin embargo, si no se observa ningún beneficio con los tratamientos no invasivos durante 6 o 12 meses, se puede considerar una intervención quirúrgica.
En definitiva, las personas que sufren con codo de golfista pueden beneficiarse de una intervención no invasiva que consiste en ejercicios específicos de fortalecimiento y estiramiento. Los ejercicios son fáciles de hacer y encajan en la vida cotidiana. (Reece and Susmasrki 2021).
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