Después de una lesión, cirugía o patología de la rodilla, por lo general, se observa una marcada debilidad en la musculatura de los cuádriceps. Esto se debe en parte, a la inhibición neuronal que evita que el sistema nervioso central active completamente los cuádriceps, un proceso conocido como Inhibición Muscular Artrogénica (IMA). (Rice et al., 2014)
IMA es originado por una información aferente alterada producida por una lesión articular y que conlleva a:
- Activación de los sensores mecanorreceptores causando una descarga neural aferente desproporcionada
- Inhibición presináptica del reflejo muscular periarticular
- Deficiencias en la sensibilidad somática
- Compensaciones neuroplásticas en los centros cerebrales superiores
- Disminución del volumen de la unidad motora en la musculatura periarticular.
Otros aspectos de la función clínica, como la estructura muscular y la respuesta psicológica a la lesión, también se ven afectados e influenciados por la IAM. (Lepley, 2021)
Uno de los efectos negativos más destacados de la IMA es la reducción repentina de la capacidad de producción máxima de torque de los cuádriceps, reduciendo repentinamente entre un 80 y 90% entre el primer y tercer día, efectos que pueden perdurar hasta 4 años. (Rice et al., 2014)
La crioterapia, así como ejercicios de fortalecimiento específicos para mejorar el fallo de activación del cuádriceps, demostraron tener una evidencia moderada en el tratamiento de la mejora de la atrofia muscular debido a la IMA, sin embargo, la estimulación eléctrica neuromuscular, la estimulación nerviosa eléctrica transcutánea, el uso de ecografía y vibración demostraron muy baja eficacia (Sonnery-Cottet et al., 2019)
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